Cuando se trata de impermeabilizar o pintar superficies, la elección del producto y la técnica de aplicación pueden marcar la diferencia no solo en la durabilidad del trabajo, sino también en su impacto ambiental. Muchas veces, el impermeabilizante puede levantarse o despegarse, y esto suele deberse a una combinación de factores: calidad del producto, estado de la superficie y condiciones climáticas en el momento de la aplicación. Para lograr una impermeabilización eficiente y sostenible, es clave seguir algunos principios básicos.

Uno de los errores más comunes es no respetar lo que llamamos el triángulo de la pintura. Este concepto abarca tres elementos fundamentales: la calidad del producto, la preparación y estado de la superficie, y las condiciones climáticas al momento de la aplicación. Aplicar un impermeabilizante cuando llueve o en un día con alta humedad puede afectar su adherencia, reduciendo su vida útil y aumentando la necesidad de repintado en menos tiempo, lo que genera más residuos y mayor consumo de materiales.

Otra forma de reducir el impacto ambiental es optar por productos al agua de buena calidad. A diferencia de los solventes tradicionales, estos productos no generan Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), lo que los hace más seguros para quienes los aplican y para el ambiente. Además, permiten limpiar los equipos de pintura con agua en lugar de solventes contaminantes, evitando el vertido de residuos peligrosos a los cursos de agua. 

En el caso de nuestro impermeabilizante, utilizamos caucho reciclado, lo que le permite ser transitable. Esta característica lo diferencia de muchas otras membranas que no son transitables, ofreciendo mayor resistencia y funcionalidad en superficies expuestas al tránsito peatonal. Además, su formulación ayuda a prevenir la acumulación de humedad en la superficie, reduciendo la posibilidad de que aparezcan hongos, un problema frecuente en espacios con alta exposición a la intemperie.

A la hora de elegir entre membrana líquida o membrana asfáltica, es importante considerar la facilidad de aplicación y el impacto ambiental. Mientras que la membrana asfáltica requiere calor para su instalación, emitiendo gases y generando residuos difíciles de manejar, la membrana líquida se aplica en frío, reduciendo la emisión de contaminantes y facilitando su uso sin equipos especiales.

Otro punto clave es aprovechar la durabilidad de los productos de buena calidad. Un impermeabilizante bien aplicado puede extender su vida útil por años, evitando repintados innecesarios y reduciendo el consumo de pintura a lo largo del tiempo. Esto no solo beneficia al ambiente, sino que también representa un ahorro económico.

Finalmente, es fundamental revisar y mantener las superficies impermeabilizadas periódicamente. Pequeñas fisuras o desgastes pueden corregirse a tiempo con un mantenimiento adecuado, evitando que el agua se filtre y cause daños mayores. Así, se prolonga la vida útil de la impermeabilización y se evita el desperdicio de materiales.

Pintar y proteger nuestras superficies no tiene por qué ser un proceso difícil y que dañe el ambiente. Siguiendo estos consejos y eligiendo productos adecuados, podemos lograr una impermeabilización eficiente y sostenible, cuidando tanto nuestros espacios como nuestro entorno.